Entrevista
Tenemos con nosotros a uno de los pioneros expertos en esta área, Alejandro Sánchez del Campo.
Lo que diferencia a Alejandro Sánchez del Campo del resto de abogados es que hace veinticinco años ya estaba sentado junto a los ingenieros de Telefónica, y desde aquel momento comenzó a interesarse por las repercusiones de la tecnología, tanto las legales, como las que afectan al modo de trabajar de los profesionales del Derecho. Hoy imparte un máster en Derecho Digital y Tecnológico. Según él no ha habido mejor momento que en la Historia para ejercer la abogacía, cuando conocemos por primera vez aspectos de la realidad como el genoma humano, la colonización de Marte, la inmortalidad digital, o si la inteligencia artificial será más inteligente que los humanos.
Este es un resumen del podcast que puedes escuchar completo aquí.
De qué hablamos cuando hablamos de LegalTech.
Es el uso de la tecnología para prestar servicios legales en dos vertientes. La externa, como los chatbots que usan algunos despachos para atender consultas de potenciales clientes. Y la interna, que permite revisar mediante tecnología grandes masas de documentos, ahorrándonos la tarea previa de lectura y revisión, antes realizada por un equipo humano. Un tercer uso interesante es el empleo de visión artificial para encontrar productos de marca, como un bolso de Gucci, a la venta en internet, cruzando la base de datos de las tiendas autorizadas para distribuirlo e identificando así si son falsificaciones o infracciones de la patente.
¿Tienen los abogados que aprender programación, o los programadores aprender derecho?
Ahora por fin es más habitual que trabajen en los despachos profesionales no relacionados con el Derecho. Como en ciberseguridad, donde es imprescindible el abogado y el técnico. Pero profesionales de la ingeniería informática con un grado en Derecho aún son una entelequia. En su opinión, no es operativo que el abogado aprenda a programar, aunque sí imprescindible que conozca los fundamentos de la informática para trabajar con técnicos e ingenieros.
«El abogado debe poner un esfuerzo personal en formación tecnológica y superar el rechazo tradicional del Derecho a lo tecnológico».
Por qué hay tan pocas apps desarrolladas para abogados.
Hay soluciones LegalTech, pero no se están volcando hacia las apps, ni está tan desarrollado como otros verticales. Por varias razones. El mercado es más pequeño en volumen, y es muy difícil internacionalizar las apps cambiándole el idioma, porque el Derecho de aquí no vale para otros países. También ha habido un cierto boom con la digitalización acelerada de tiempos recientes.
¿Los despachos acabarán dependiendo de los marketplaces?
Cada vez hay más marketplaces, no existían hace una década, y han venido para quedarse, pero afectan más a los despachos pequeñitos o al abogado que ejerce individualmente. Despachos como Garrigues o Uría establecen su relación con el cliente por otro lado. Pero sí que cambian la dinámica despacho-cliente, y hay una derivada que puede complicar el juego, que Amazon o Google entre en la recomendación. Aún está ocurriendo a un nivel muy bajo en EE.UU., pero es muy preocupante porque son muy potentes, y los despachos que no hayan trabajado el posicionamiento estarán más amenazados, porque solo podrán competir en precio.
«Los algoritmos se pueden equivocar y estar sesgados, si no se trabaja en su transparencia los jueces acabarán dictaminando que se rompa su opacidad».
Cómo equilibramos la relación de dependencia hacia las tecnológicas cuando ellos deciden términos y condiciones sin que podamos decidir.
No puedes entender el cien por cien de los acuerdos de uso de las apps porque están pensadas para que no las entiendas. Es una práctica habitual que tiene que ir a menos, vía jueces y por parte de la sociedad que exija transparencia. Hay una corriente en el Derecho interesantísima, el Legal Design que se emplea para lanzar productos en base a los términos y condiciones. Se está presentando una demanda usando cómics porque se reclama una infracción de derechos sobre el copyright de un cómic.
La dependencia de las agencias de seguridad de las tecnológicas es una amenaza para la seguridad nacional.
Poca gente sabe que la inteligencia artificial ha alcanzado tal desarrollo que apenas cinco, seis, siete empresas americanas y otras tantas chinas pueden ofrecer la tecnología para hacer desarrollos a las policías de los países. Llevan mucho tiempo invirtiendo, Amazon invierte en I+D el triple del PIB de España anualmente, es imposible alcanzarlos. Por tanto, cualquier empresa, como Telefónica, para implementar sus soluciones tiene que basarse en ellas, y eso significa que tenemos un problema, es como si solo tuviéramos seis bancos en todo el mundo. Sería interesante tener un gigante digital europeo, pero estamos lejos de ellos.
¿Han entendido los despachos que hay ramas fuera del Derecho que también tienen que abordar?
Es un debate interesantísimo que está planteado, y me gusta mucho lo que están haciendo los despachos anglosajones como Baker & Mackenzie que ha creado la unidad Reinvent, reinventar. Las áreas consultoras de las Big Four también han entendido que hay áreas que superan el servicio, como ayudar a la digitalización, a crear chatbots…
¿Es buena idea aceptar el pago del servicio profesional en criptomonedas?
Las criptomonedas son el presente, han venido para quedarse, van a explotar, y no me refiero a la cotización, eso es lo de menos. El concepto que hay detrás es muy potente, por muchos motivos, y es cuestión de tiempo que se acepte como medio de pago. Además, hay un tema de especulación, es posible que el precio de mi trabajo se aprecie en unos años. Para poder aceptarlo tengo que hacer un ejercicio para entender qué hay detrás y cómo funciona, lo que es muy valioso, porque muchos de mis clientes acabarán pidiéndome proyectos blockchain.
«Me asombra que en los despachos grandes no haya cultura de coger sus datos y hacer Business Analytics».