Aprendemos sintiendo. Usemos la tecnología para aprovecharlo.

Por: <br><strong>Carlos De Antonio Alonso</strong>

Por:
Carlos De Antonio Alonso

La tecnología tiene hoy la gran misión de adaptar la educación al modelo de aprendizaje de cada alumno en base a su conocimiento social, emocional y por supuesto cognitivo.
Por: <br><strong>Carlos De Antonio Alonso</strong>

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Carlos De Antonio Alonso

Es curioso como el ser humano hace avances necesarios en campos que tienen repercusión muy amplia y que permiten mejoras significativas, pero sin embargo, no los incorpora. Los deja en teoría, bien porque no se atreve a implementarlos, bien porque no es del todo consciente de lo que supondrían. 

La neurociencia y toda su aportación a la educación es un ejemplo claro: los últimos estudios van desvelando los secretos del aprendizaje, los procesos que se producen en nuestro cerebro cuando aprendemos y cuando olvidamos, así como los distintos tipos de aprendizajes que tenemos y cómo nuestro cerebro reacciona en base a los patrones adquiridos y almacenados en las distintas memorias.

Ahora podemos probar que aprender es un acto emocional: solo aprendemos lo que queremos. Y sabemos que «La letra con sangre NO entra», porque no solo se aprende con la letra. Unos aprenden leyendo y escribiendo, otros escuchando, otros viendo, otros haciendo, tocando, oliendo, moviéndose, pero en definitiva, todos aprendemos sintiendo. Por ende, nuestra educación debería avanzar en la misma línea.

No es ciencia ficción, no es transferir conocimiento de una máquina a un cerebro, es registrar información de los alumnos para conocerlos mejor, conocer sus centros de interés. Sin emoción no hay aprendizaje, sin emoción no hay dopamina que estimule el córtex frontal y controle la funciones del hipocampo. Sí, el aprendizaje trata de serotonina, acetilcolina y esos neurotransmisores que modulan las funciones cerebrales.

¿Entonces, qué puede aportar la tecnología en los centros educativos más allá de la gestión de contenidos y todas esas otras herramientas de gestión: agendas, notas, asistencias, plataformas para exámenes etc.? Básicamente, el conocimiento del propio alumno y la personalización de su educación.

¿Y por qué se debe personalizar la educación? Porque sabemos que todos somos diferentes, con capacidades diferentes. Para que se entienda rápido, si el 10% de la población es zurda, qué conviene enseñarles, ¿a cortar con la derecha o a darles tijeras para zurdos? Hoy en día ya sabemos fabricar tijeras para zurdos.

En la medida que los profesores tengan información de sus alumnos, no solo en los aspectos propiamente educativos, sino también en lo referente a sus centros de interés, modelos de aprendizaje, comportamientos sociales, problemas de aprendizaje, … y todo lo realmente importante para que se produzca el aprendizaje, podrán tomar decisiones más personalizadas, y por lo tanto más eficaces, sobre cómo orientar sus procesos de aprendizaje.

La ciencia de datos se pone al servicio del profesor para que cada alumno pueda tener su propio itinerario de aprendizaje, el cual se ve realimentado de forma continua en cada actividad que realiza.


No sólo evaluaciones, también observaciones, cuantitativas y cualitativas, realizadas tanto por profesores, padres, orientadores y demás personas que intervienen en el desarrollo de niño, pero también lo que el propio protagonista de dicho aprendizaje tiene que aportar a ese conocimiento de la persona.

Es así como el alumno, ayudado por sus profesores, orientadores, tutores y familiares puede liderar y guiar su propio proceso de aprendizaje.

No se trata de que elija lo que quiere aprender, porque eso está ya establecido en nuestra sociedad, pero sí que decida cómo, cuándo, dónde, con quién.

A modo de playlist, como Spotify, los objetivos del aprendizaje se irán estructurando con nuevas herramientas informáticas y el alumno deberá ir superando los distintos logros de aprendizaje, a su ritmo, en cada momento y según su estado de ánimo.

Al final de cada etapa todos los alumnos deberán haber superado todos los estándares exigidos, cada uno por sus propios itinerarios. El profesor dejará así de ser un transmisor de contenidos de forma secuencial según un guion preestablecido, algo que ya se encuentra en la red y se repite infinitas veces cada día en todos los centros educativos, para ser un orientador del alumno, el guía en su proceso de aprendizaje e inspirador en sus actividades diarias.

La importante misión de la tecnología hoy en el sector educativo es ayudar y aportar el conocimiento para una personalización de la educación que disminuya el fracaso escolar, la ansiedad infantil, la pérdida de talento, la frustración y el aprendizaje que se olvida el día siguiente al examen.

El conocimiento continuado del alumno a lo largo de sus distintas etapas educativas, sus inteligencias, motivaciones, necesidades, sus fortalezas y debilidades, sus roles de trabajo en grupo, y todo eso realimentado por la observaciones y registros que se producen durante su proceso escolar constituirán la herramienta de ayuda a sus docentes a la hora de planificar sus itinerarios educativos. Pero no solo observaciones de sus profesores, también de cualquier agente que intervenga en su educación, familiares, orientadores externos, entrenadores, cuidadores de patio, compañeros de clase…

Toda esta información, altamente sensible y guardando el anonimato de quien pueda generarla en las distintas formas digitales en las que se puede generar, dará pie a cuadros de mando y gráficas que permitirán tomar decisiones y trazar rutas en el aprendizaje de nuestros alumnos. Sabiendo que, cuanta más información, y mejor tratada, menor será el valor subjetivo del individuo que aporte cada dato.

Al final se trata de poner esta información a disposición del propio alumno, bien de forma directa o a través de sus orientadores para que pueda avanzar en la metacognición, -proceso por el que la persona conoce sus procesos de pensamiento-.

En definitiva, una educación por competencias, transversal,  manteniendo los actuales estándares de aprendizaje y atendiendo a las necesidades y formas de aprendizaje de cada individuo, solo podrá ser posible en base a nuevas herramientas tecnológicas basadas en la ciencia de datos y la inteligencia artificial.

A lo largo de nuestras distintas etapas educativas pasamos por más de un centenar de profesores y educadores, despersonalizándose la educación a medida que avanzamos en ella. Los datos van a ser el mejor aliado del buen maestro para el éxito de sus alumnos no sólo en la etapa escolar, sino en la vida. Si los datos están ahí para el apoyo de todos ellos, podremos no tener que tropezarnos insistentemente con la misma piedra.