De hiperconectividad a conexión controlada

Por: <br><strong>Mar Cabra</strong>

Por:
Mar Cabra

El coronavirus ha aumentado el teletrabajo y la necesidad de conectarnos con otros tecnológicamente, poniendo sobre la mesa la importancia del bienestar digital. En este mundo post-pandémico, con movimientos y contactos físicos limitados, nuestra libertad está reducida a pocas acciones, entre ellas, controlar nuestra atención y nuestro tiempo. ¿Quieres renunciar a ello tan fácilmente?
Por: <br><strong>Mar Cabra</strong>

Por:
Mar Cabra

Hace tiempo que nuestra atención ha dejado de pertenecernos. Nuestras casas tienen puertas, persianas e incluso alarmas que nos protegen de intrusos, vecinos incómodos o del temporal. En nuestra vida digital no tenemos –normalmente– ninguna de esas barreras. En la era de la hiperconexión, cualquiera puede, en (casi) cualquier momento, disponer de nuestro tiempo mandándonos un WhatsApp, un correo electrónico o posteando una chorrada en redes sociales. Además, la mayoría de los servicios digitales tienen como incentivo de negocio atrapar nuestra atención durante el mayor tiempo posible.

Estas distracciones continuas son peligrosas no sólo para nuestra salud física y mental, también para nuestra productividad. Se estima que, una vez distraídos, tardamos entre 70 segundos y 23 minutos en volver a estar concentrados en lo que estábamos haciendo. El coronavirus ha aumentado el teletrabajo y la necesidad de conectarnos con otros tecnológicamente, poniendo sobre la mesa la importancia del bienestar digital. En este mundo post-pandémico, con movimientos y contactos físicos limitados, nuestra libertad está reducida a pocas acciones, entre ellas, controlar nuestra atención y nuestro tiempo. ¿Quieres renunciar a ello tan fácilmente?

Cómo retomar el control

Sin tecnología, los efectos de la COVID19 habrían sido aún mucho más devastadores para la economía y la sociedad. Se estima que se ha dado un salto en procesos de digitalización que se esperaba que hiciéramos en unos cinco años. Una parte importante de esa transición pasa por replantearse cómo nos queremos relacionar con nuestros dispositivos y aplicaciones para realmente cambiar las reglas del juego, a nivel personal y laboral.

Te reto a que apuntes en un papel el tiempo que crees que pasas en el móvil y que luego mires a ver si lo que te dice la aplicación coincide con lo que creías.

Los españoles pasamos una media de 4 horas al día en el móvil, según Nielsen Global Media. Es una extensión más de nuestro brazo y un buen lugar por donde empezar a poner conciencia. Tanto iOS como Android permiten ver en sus aplicaciones Tiempo de Uso y Bienestar Digital, respectivamente, qué hacemos cuando usamos nuestro teléfono. Te reto a que apuntes en un papel el tiempo que crees que pasas en el móvil y que luego mires a ver si lo que te dice la aplicación coincide con lo que creías. (Yo no dejo de sorprenderme cuando lo hago. La semana pasada pasé una media de 2.5 horas al día en WhatsApp.)

Ahora que tienes los datos: ¿qué cambio crees que podrías empezar a implementar desde ya? Tres recomendaciones para tener éxito: empieza con algo pequeño y que puedas alcanzar; junta el nuevo hábito con otro que ya hagas (por ejemplo, poner el teléfono en modo avión por la noche cuando te cepillas los dientes) y haz que sea fácil reduciendo el número de decisiones para conseguirlo (por ejemplo, para chequear WhatsApp menos, puedes ocultarlo en una carpeta en la segunda o tercera pantalla).

Como si de una antigua centralita se tratase, hay que reconectar los cables en nuestro cerebro para ir acabando con hábitos digitales poco saludables. Para ello, es clave ejercitar el autocontrol.

Es la cultura, estúpido

Para que ocurra una metamorfosis a nivel laboral, las empresas necesitan establecer una cultura digital intencional. Es urgente: un estudio de Monster.com del pasado julio encontró que dos tercios de los encuestados reportaban síntomas del síndrome del trabajador quemado entre quienes teletrabajaban.

Una buena manera de empezar es creando reglas de comunicación en el equipo, para marcar límites digitales, estableciendo qué canales se usan y para qué. El Digital Wellness Institute propone un modelo para hacerlo en su ebook para “triunfar en la era del trabajo en remoto”.

Revisar qué uso se hace del correo electrónico o de los chats corporativos es fundamental, sobre todo fuera del horario laboral. La legislación española reconoce el derecho a la desconexión digital para todos los empleados, incluso si teletrabajan. Hay muy pocas profesiones que necesitan estar disponibles las 24 horas del día.

Está demostrado que tener momentos de desconexión digital mejora nuestro rendimiento y creatividad.

En vez de tener abiertos todo el rato los diferentes canales de comunicación, para mantener el foco es recomendable hacer revisiones por tandas. En el caso del email, aplicaciones como “Inbox When Ready”, que por defecto mantiene oculta la bandeja de correo de Gmail, ayuda a minimizar las distracciones. Teams y Slack también tienen funcionalidades de “no molestar”. Está demostrado que tener momentos de desconexión digital mejora nuestro rendimiento y creatividad. Aún así, dado que pasamos tanto tiempo delante de una pantalla, es importante ser consciente y actuar sobre cómo queremos que sean esos momentos de conexión. De larvas cautivas nos convertimos en mariposas que vuelan a su antojo en esta nueva realidad. Esa es la verdadera transformación digital.