La Obra de Agricultura ha llegado al siglo XXI

Por: <br><strong>Mercedes Iborra</strong>

Por:
Mercedes Iborra

Mercedes Iborra, fundadora de visualNAcert, nos explica cómo los agricultores pueden emplear la tecnología para lograr mayor productividad con cultivos sostenibles, y cómo ello nos conecta tanto con nuestro tiempo como con una obra renacentista de referencia escrita por el español Gabriel Alonso de Herrera.
Por: <br><strong>Mercedes Iborra</strong>

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Mercedes Iborra

Me alegra ver que la agricultura sostenible es un concepto de actualidad, con su importante contribución en la producción de alimentos y el apoyo a los medios de vida rurales. Este impulso ha venido dado porque la agricultura tiene que producir más alimentos, ha de contribuir al desarrollo de los países y adoptar medios de producción más eficaces y sostenibles y adaptarse al cambio climático.

Hace ya cinco siglos que Gabriel Alonso de Herrera escribió La Obra de Agricultura, el primer tratado agrícola escrito en castellano en el Renacimiento europeo, que además se tradujo al latín y al francés, y del que se hicieron siete ediciones en italiano. Herrera tenía fama de experto en cuestiones agrícolas, hay varios documentos en los que se alaba la calidad de las huertas que cuidaba, y viajó por Italia y Francia a fin de recoger información y adquirir conocimientos para su libro. Herrera decidió escribir la Obra de Agricultura en castellano, aun cuando lo normal hubiera sido escribirla en latín, y es que su elección se basó en una razón evidente: para que el libro sea útil tiene que tener en cuenta a quién va dirigido, y los destinatarios eran los agricultores.  Con su obra quería convencerles de que las técnicas de la agricultura no se pueden basar solo en la costumbre, y de la necesidad de cambiar viejos hábitos agrícolas basados en la tradición. Y aunque el objeto del libro era mejorar las técnicas agrícolas también animaba a plantar árboles para que disfrutaran del campo como fuente de placer además de lugar de trabajo.

La agricultura seguiría siendo hasta después de la revolución industrial el sector productivo que ocupaba a la mayor parte de la población. Y las únicas soluciones para alimentar a una población creciente eran la mejora de las formas de cultivo tradicionales y el aumento de las superficies cultivadas. Sin embargo, y como consecuencia de las crisis continuadas, se produce el éxodo del campo a las ciudades.

A la vista de esto, ¿no estamos viviendo esta misma situación varios siglos después? El compromiso con la agricultura, la sostenibilidad, el cambio climático y la sociedad forman parte de la identidad de mi empresa, visualNAcert. Los agricultores necesitan lograr la mayor eficiencia para producir los alimentos que consumimos en nuestro día a día, y es por ello que nuestro reto es ayudarles a conseguirlo. 

Hoy en día no podemos concebir la agricultura separada de la sostenibilidad y creemos en la tecnología como base para generar impacto positivo en las personas y en el entorno.  Se hace imprescindible mejorar las técnicas agrícolas, lograr producciones rentables y alimentos de calidad, atraer talento joven a la agricultura y repoblar las zonas rurales y no olvidemos que nuestro lenguaje ahora es la tecnología. ¿Cómo dejar pasar la oportunidad?

La tecnología está transformando la velocidad y la exactitud de la recopilación de datos y con más y mejores datos, se pueden impulsar los logros en la lucha contra la pobreza y el hambre, combatir el cambio climático y asegurar un desarrollo equilibrado y sostenible.

Actualmente la tecnología nos permite recopilar con rapidez un gran volumen de datos sobre las técnicas de cultivo, la gestión del agua y la nutrición de las plantas, la cadena de trazabilidad,  maquinaria,  sensores, información satelital y agroclimática, que sirve a los agricultores para obtener mayor productividad con técnicas sostenibles.

Las modalidades de agricultura diferente de la «tradicional» de la que ya se hacía eco la Obra de Agricultura, son las que hoy conocemos como agricultura orgánica, agricultura sostenible, agricultura biológica, y en todas ellas hay un denominador  común, y es que persiguen la obtención de alimentos mediante la integración de los procesos naturales en la producción, el equilibrio entre las plagas y sus depredadores, reducción de, fertilizantes, productos fitosanitarios y combustibles, utilización de los potenciales genéticos de las plantas o la recuperación de variedades autóctonas. Son sistemas de producción agraria conservadores de recursos, ambientalmente sanos y económicamente viables, aI mismo tiempo que reconocen los valores humanos, suministrando alimentos de alta calidad y manteniendo el entorno rural como parte de un sistema saludable.

Es un buen momento para reflexionar y entender que es lo que nos mueve y apostar por lo que  podemos hacer para mejorar el entorno en el que vivimos. Nos encontramos en un momento decisivo para el futuro de la agricultura en el que debemos seguir impulsando cambios profundos que generen un impacto positivo en la producción de más y mejores alimentos, el cuidado del medio ambiente y el desarrollo de la sociedad. Impulsar mejores prácticas responsables y conseguir regulaciones que acompañen el correcto desarrollo de estos comportamientos. La modernización y digitalización del campo permitirá aumentar la eficiencia y rentabilidad de las explotaciones, reducir el uso de recursos naturales, garantizar la alimentación futura alineada con el crecimiento de la población o incluso combatir la despoblación rural y promover la incorporación de jóvenes al sector. ¿No es eso lo que estamos buscando desde hace siglos y lo que deseamos para los próximos años? Enhorabuena a todas aquellas personas que destinan su tiempo y esfuerzo al sector primario sostenible y al reto de digitalizar la agricultura.