La demanda de perfiles tecnológicos es cada vez mayor, y en muchos casos las empresas se encuentran con dificultades para cubrir estas vacantes, algo que resulta paradójico, si analizamos las dificultades de muchos profesionales para encontrar empleo. Basta con analizar las cifras de desempleo en España durante los últimos años, situación que parece haberse agravado tras la actual crisis sanitaria.
La brecha entre profesionales y necesidades del mercado laboral es uno de los problemas que contribuye a esta situación, y es que en muchos casos, las formaciones no responden a las necesidades de las empresas. Además, las empresas se han dado cuenta de que para crear productos y servicios digitales que tengan en cuenta los intereses y necesidades de toda la población, es necesario que los equipos que están desarrollando estos productos y servicios sean también diversos. Cuando aumenta la diversidad, los equipos de trabajo son más creativos e innovadores, lo que supone además un beneficio en las empresas como bien podemos ver en el informe de Mckinsey.
Analizando el contexto, parece obvio que formación y tecnología deben ir de la mano, una tendencia que lleva años y que actualmente ha cobrado más importancia que nunca. Sin embargo, para que esta tendencia sea una realidad que haga prosperar a nuestra sociedad, es necesario romper con la brecha de género que hay en el sector tecnológico. Con datos como los ofrecidos por la Oficina Europea de Estadística, podemos ver que las mujeres en el sector tecnológico en España suponen tan solo el 16% del sector. La consecuencia de esta infrarrepresentación es que la mujer está cada vez menos presente en el mercado laboral que más oportunidades de crecimiento ofrece, lo que supone estar fuera de los espacios de toma de decisiones, y por tanto, no tener la suficiente voz para diseñar los servicios y productos que necesitan nuestras sociedades. No podemos volver a estar en un segundo plano y por ello creamos Adalab.
Adalab nace en 2016 como una escuela de formación digital, con cursos intensivos en Programación, que detectó la brecha de género existente, y por ello desde su primer curso en 2016, se dirigió exclusivamente a mujeres. El motivo es que hay una gran cantidad de opciones de formación en perfiles tecnológicos para hombres, pero donde hay una brecha es con las mujeres, y si no se hacen acciones específicas, esta brecha no va a cerrarse de forma natural.
Existe la falsa creencia de que el principal motivo que subyace a esta situación es que a las mujeres no les interesa la tecnología, pero en Adalab hemos desmontado esta teoría durante los últimos 5 años, ya que actualmente estamos formando a la decimocuarta promoción de alumnas y en total han intentado entrar más de mil alumnas. Son los sesgos, los estereotipos, la falta de referentes, la educación y muchas otras circunstancias estructurales de nuestra sociedad, las que hacen que haya pocas mujeres formándose en perfiles tecnológicos y por tanto trabajando en este sector.
En concreto, estamos muy centradas en disminuir esa falta de referentes femeninos en tecnología, y de ahí nuestro nombre. Nos llamamos Adalab por Ada Lovelace, una matemática y escritora conocida por su trabajo en la calculadora de uso general. En sus notas de trabajo se encuentra lo que se conoce hoy como el primer algoritmo destinado a ser procesado por una máquina y por ello Ada Lovelace está considerada la primera programadora de la Historia. Es decir, el primer lenguaje de programación lo creó una mujer. Y muchas otras mujeres hicieron aportaciones claves en el desarrollo de nuestras sociedades, que aún a día de hoy son poco o nada conocidas. Por ello proponemos a cada promoción de alumnas que elijan a una mujer referente en ciencia que dé nombre a su promoción. Así, tras estos 5 años, nos enorgullece hablar de las promociones Ada, Borg, Clarke …hasta la actual promoción Neres, por Nerea Luis, todo un referente femenino del siglo XXI.
La tecnología ha supuesto un antes y un después desde hace años, pero la reciente crisis sanitaria ha puesto aún más de manifiesto la necesidad de transformar y adaptar nuestras vidas a los nuevos modelos laborales y formativos. En Adalab, desde el año 2020, hemos ido adaptándonos a las necesidades tanto de las alumnas como del mercado laboral tecnológico y actualmente somos la primera escuela de formación 100% online con clases en directo (live streaming), que ofrece cursos en Programación web y próximamente también en Data, donde se han formado más de 500 mujeres. En nuestro Curso de Programación Web de 12 semanas, las alumnas adquieren las habilidades necesarias para empezar como programadoras y aportar desde el primer día en su nuevo empleo, no solo a través de sus conocimientos técnicos, sino también gracias a sus habilidades no técnicas claves en el sector, tales como trabajo en equipo, comunicación, capacidad de trabajo en remoto, planificación, autoaprendizaje y mentalidad ágil.
Las bases de nuestra metodología docente son el trabajo en equipo -las alumnas dedican más del 50% de su tiempo diario a trabajar con sus compañeras-; la clase invertida -las alumnas preparan la clase del día siguiente solas, y en el aula virtual el tiempo se dedica a resolver preguntas y aclarar conceptos claves-; el docente como facilitador y acompañante -no como único transmisor de conocimiento-; y el aprendizaje por proyectos -las alumnas trabajan sobre proyectos reales de desarrollo de software que deberán mostrar a sus compañera de forma periódica-. Todo ello, con una mentalidad ágil, donde se aprende a base de testar el producto, validar con el cliente si cumple sus necesidades y establecer los cambios necesarios para seguir desarrollando, obteniendo cada vez mejores versiones, funcionales desde el primer momento.
Y para conseguir todo esto, Adalab se sirve de la tecnología. Herramientas como Zoom, Trello, Github, Slack, Meet, Remo, son el abc de nuestras alumnas, y hacen que cualquier mujer, en cualquier lugar, pueda tener acceso a nuestra formación. Adquiriendo las habilidades necesarias para trabajar en remoto con empresas sin importar dónde estén ubicadas, con equipos multidiversos, con proyectos muy diferentes, y con retos diarios a los que plantar clara con actitud proactiva y propositiva.
El mundo ha cambiado, y la forma de aprender y crecer, también. Hay que cambiar el enfoque, es necesario el reskilling de profesionales provenientes de otros sectores para cubrir las necesidades de talento de las empresas en búsqueda de perfiles tecnológicos, aportándoles además un plus de diversidad. Diversidad de género, de backgrounds y de experiencias vitales y profesionales. Eso es justo lo que nosotras planteamos.
Una Adalaber (así nos referimos a nuestras alumnas), suele venir de un sector completamente diferente al tecnológico. El 42% cuentan con estudios relacionados con las Ciencias Sociales y Jurídicas -Comunicación Audiovisual, Periodismo, Turismo, ADE, Publicidad, Derecho, Magisterio, Sociología, Marketing, Publicidad, Trabajo Social-; el 22% vienen de la rama de las Artes y las Humanidades -Diseño gráfico, Historia del arte, Bellas Artes, Filosofía, Filologías, Geografía, Traducción-; y el 36% restante se divide entre Ciencias, Arquitectura e Ingenierías -Arquitectura, Psicología, Enfermería, Química, Obras Públicas, Topografía, Farmacia, Biología, Fisioterapia, Industrial-, y otras formaciones no superiores. Sólo el 3,4% de nuestras alumnas tenían estudios relacionados con la informática y el 75% parten de un conocimiento cero en programación. Se caracterizan también por tener una situación de precariedad laboral -salarios bajos,contratación no formal, desempleo-, o falta de oportunidades de crecimiento profesional -carrera estancada, necesidad de reinventarse profesionalmente-, y en Adalab encuentran la puerta para acceder al mercado laboral que más oportunidades ofrece actualmente.
Concha Asensio, alumna de la promoción Jemison, venía de un sector totalmente distinto, puesto que tras estudiar Derecho y CC. Políticas, se dedicó profesionalmente a la Abogacía y los Recursos Humanos. «Siempre me había interesado el mundo de las nuevas tecnologías e incluso en su momento, en el instituto, llegué a plantearme la opción de estudiar informática, pero no me daban bien las matemáticas y desistí». Actualmente y desde 2021, trabaja como programadora web. Historias de reinvención como esta tenemos muchas, como las de Violeta González y María Garvía antes periodista y abogada, respectivamente, y ahora programadoras en Amazon.
Desde Adalab, estamos orgullosas de lo conseguido tras estos 5 años, con un 90% de inserción global, pero sobre todo estamos ilusionadas con lo que viene. Más mujeres dispuestas a reinventarse en un sector que las necesita, el diseño de nuevas formaciones en nuevos perfiles tecnológicos demandados por las empresas, y la creación en definitiva de una sociedad más diversa, reflejo de la realidad de nuestro mundo.