El potencial de los músicos como creadores de contenido

Por: <br><strong>Pepe del Río</strong>

Por:
Pepe del Río

En las principales redes sociales, como Instagram, TikTok o Twitter, la mayoría de las cuentas más relevantes son de músicos. En viralidad e influencia de los contenidos generados por los distintos tipos de creadores en las redes sociales, siguen teniendo el primer puesto. ¿Por qué no son capaces de monetizarlo?
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Pepe del Río

Sobre el papel, la industria de los videojuegos y la de la música comparten muchas similitudes: ambas tienen un impacto e influencia enorme en la sociedad, generan miles de millones de dólares en gastos de consumo cada año y, cuando se les pregunta a los consumidores de la Generación Z en qué prefieren gastar su tiempo libre, eligen los videojuegos.

Con un enfoque muy diferente del uso de la tecnología, pero común a ambas: la construcción de comunidades y el modo de interactuar con los fans. Estas diferencias se reflejan en las estimaciones del mercado de los videojuegos para 2021, 180 mil millones, mientras que la industria de la música generó $ 21,6 mil millones en 2020.

Viendo estos datos, uno podría pensar que la industria de los videojuegos es más grande que la de la música porque simplemente no hay mucho dinero en esta última. Sin embargo, el examen de la riqueza financiera y cultural generada por las principales estrellas de la música apunta a una realidad muy diferente.

Desde una perspectiva cultural, los músicos son el grupo de creadores más influyentes. Si vamos a las principales redes sociales, como Instagram, TikTok o Twitter, la mayoría de las cuentas más relevantes son de músicos. Tres de las cuatro cuentas de Twitter y 23 de las 50 cuentas de Instagram más seguidas son músicos. Cuando se suman los seguidores en todas las plataformas principales, la tendencia sigue siendo la misma: ¡un número desproporcionado de las personas más seguidas en todo el mundo son músicos! Además, dejando a un lado los seguidores, si nos vamos a la viralidad e influencia de los contenidos generados por los distintos tipos de creadores en las redes sociales, los músicos siguen teniendo el primer puesto. Esto no quiere decir que los creadores de otras industria no generen un impacto social relevante -los bailes de Fortnite, por ejemplo, se han vuelto virales más veces de las que uno puede contar-, sino que la influencia e impacto de la música es difícil de igualar, al menos por el momento. ¿Y por qué siendo el grupo de creadores de contenido más influyentes no son capaces de monetizarlo como sí lo hacen otras industrias?

Durante los últimos 40 años, los videojuegos han sido pioneros en la innovación de uso de nuevas tecnologías, con una mentalidad de crecimiento, e invirtiendo en la construcción de comunidades mundiales de fans, lo que ha hecho que muchos se conviertan en creadores a su vez. Por el contrario, la industria de la música ha llevado a cabo políticas reductoras y punitivas de derechos de autor y ha fracasado en la construcción de comunidades entre artistas y fans. 

Sabiendo todo esto, y teniendo en cuenta que la industria de la música cuenta con los mayores «influencers» del mundo, debería reconsiderar una nueva forma de crear comunidades activas de fans, e innovar en cuanto al modo de interactuar entre artistas y fans más allá del directo, aprovechando las nuevas tecnologías. Y de esta forma, recuperar su reputación innovadora que le permita competir con otras formas de entretenimiento mientras forja un nuevo futuro centrado en nuevas experiencias entre artistas y fans.

Diseñando el futuro de la música.

El meteórico ascenso de los videojuegos en las últimas cuatro décadas nos da pistas de cómo usar la tecnología para crear nuevas experiencias y nuevos mercados dentro de la música. Vivimos en un mundo donde el tiempo es escaso y las opciones de entretenimiento son más abundantes que nunca. La búsqueda incesante de la creación de una comunidad, la interactividad y la creatividad es la salsa secreta.

Además, a diferencia de otro tipo de industrias, la música tiene una ventaja inherente y poderosa: sus creadores son los más influyentes. La combinación de la influencia cultural de la música con una visión más progresiva de lo que puede ser la música en el siglo XXI, unida al uso apropiado de la tecnología, probablemente sería una fuerza verdaderamente poderosa para la industria, los artistas y los fans de todo el mundo.

Es curioso observar cómo, financieramente, los principales creadores de música se encuentran entre las celebridades más ricas de cualquier industria. Sin embargo, esta generación de riqueza rara vez -o nunca- es impulsada en su mayoría por su propia música. Si vamos a la lista de los músicos más ricos del mundo, la misma historia que se repite una y otra vez: un creador descubre una enorme importancia cultural a través de su música, solo para capitalizarla en una industria completamente diferente. Por ejemplo: Rihanna, tiene un patrimonio de $ 1.7 mil millones del cual el 82% proveniente de Fenty Beauty; Dr. Dre, cuya participación en Beats le generó más de $ 350 millones de dólares en acciones de Apple; o Kanye West, cuya riqueza viene principalmente por su marca Yeezy y otras empresas de moda.

Desde los 2000s hemos visto como los ingresos de los artistas, tanto famosos como emergentes, se han visto reducidos drásticamente debido a la aparición de internet, y con ella la piratería y desaparición de venta de discos. Las fuentes de ingresos de los artistas se han visto reducidas únicamente a conciertos y venta de merchandising. Esto ha llevado a que la mayoría de los músicos, no solo el top 0,01%, necesitan ganar dinero fuera de la música ya que el streaming no ha sido capaz de suplir, ni de lejos, la venta de discos físicos. Es por esto por lo que el negocio de la música debe reconsiderar el buscar nuevas formas de generar ingresos.

Además, actualmente los artistas se ven obligados a interactuar con sus bases de fans en los términos dictados por las principales redes sociales, incapacitando la posibilidad de poseer la relación entre la marca y el consumidor, que es fundamental para el desarrollo de la marca de un artista a largo plazo.

Conclusión: teniendo en cuenta el potencial que tiene la industria de la música al contar con los creadores de contenido más influyentes del mundo y las comunidades más fieles, hace pensar que habría que buscar nuevas formas de utilizar la tecnología para desarrollar nuevas experiencias que permitan a los artistas monetizar sus comunidades de fans al mismo tiempo que las fidelizan e incrementan. Además, viendo el éxito de otras industrias realizando lo mismo mediante la construcción de plataformas como Twitch -en la industria de los videojuegos- o Only Fans -en la industria del contenido adulto-, anima a pensar que plataformas como Colkie puedan lograr lo mismo en la industria de la música. ¿Por qué no redefinir la industria de la música y empoderar a los artistas para que puedan dedicarse a lo que más les gusta, hacer música?