Algunas fuentes datan las primeras formas de seguros entre los mercaderes de Babilonia, 3,000 años antes de Cristo. La pérdida de mercancías durante el transporte a través del país era asumida por un grupo de mercaderes y se conocía como “préstamo a la gruesa ventura”.
De esta manera se solidarizaba el riesgo y, por tanto, las potenciales pérdidas. Si bien han pasado miles de años desde que la primera forma de seguro quedara recogida en el código Hammurabi, hasta hace poco tiempo los productos comercializados por las aseguradoras y la forma de relacionarse con los clientes habían evolucionado poco.
El seguro como instrumento financiero está plenamente presente en la sociedad y rige muchas de las relaciones civiles y comerciales. Es un sector tradicionalmente complejo, cargado de regulación, necesidades de capital, procesos y sistemas heredados. Esto hace que presente grandes barreras de entrada a nuevos competidores.
Quizás sean estos algunos de los motivos por los que los avances que ha traído la revolución digital y las nuevas tecnologías hayan tardado tanto en penetrar el sector.
La aparición y el desarrollo de tecnologías cloud, análisis de datos, blockchain o IoT, abren un universo inmenso de posibilidades en un sector tan dependiente de los datos para la gestión y prevención del riesgo y de diferenciación competitiva para la atracción de clientes.
Actualmente, el consumidor demanda un producto más flexible y customizado, una contratación más transparente y sencilla y una relación con la aseguradora que añada valor más allá de la cobertura de la póliza durante la vigencia del contrato. Estas demandas afectan a los distintos ramos del seguro: vida, salud, auto u hogar.
En el sector bancario esta demanda del consumidor se hizo latente hace dos décadas y con la misma llegaron las primeras startups que pretendían dar respuesta a las mismas mediante la disrupción de los agentes tradicionales.
Surgieron modelos que ofrecían transparencia comparativa al consumidor con relación a productos financieros y su contratación: los agregadores de precios e intermediarios online. Más adelante comenzaron a hacer funciones específicas de la banca tradicional de manera más eficiente, accesible, y con menos esfuerzo o costo para el consumidor.
A esta ola de innovación se le conoce como el “unbundling” de los servicios financieros. Unos de los efectos fue empujar a la baja los márgenes del banco tradicional, generando una gran desafección por los incumbentes respecto a las compañías FinTech. A partir de aquí estas compañías empiezan a enfocarse en funcionalidades concretas como pagos, KYC, préstamos, tarjetas corporativas, etc.
En el sector asegurador, hacia el año 2010 los emprendedores y startups comienzan a enfocarse en resolver ineficiencias en determinados segmentos de la cadena de valor. En un principio en la parte de la cadena más cercana al cliente. El consumidor empieza a demandar productos más simples y fáciles de contratar a través de la digitalización.
Surgen los primeros brokers online y agregadores de precios y las primeras startups enfocadas en la distribución del seguro y la desintermediación de los brokers tradicionales.
Dada la poca diferenciación entre los distintos productos de seguro y entre los proveedores de los mismos, similitud compartida con la banca tradicional, la marca de la aseguradora que cubre los riesgos de la póliza y el precio de dicha cobertura eran las variables más relevantes en la toma de decisión del contrato del seguro por parte del consumidor.
Los agregadores y otros portales de comparación de precios ofrecen transparencia a este respecto, consiguiendo la atracción de aquellos y apretando los márgenes del asegurador.
Tras este éxito inicial, surge la ambición de nuevas startups de capturar mayor parte de la cadena, dando lugar a los primeros modelos de agencias de suscripción, o MGA por sus siglas en inglés. Se trata de un contrato de gestión con la aseguradora tradicional, por la que la Insurtech, bajo su paraguas regulatorio, además de la atracción del cliente, hace parte del “underwriting” del riesgo y de la fijación de precios bajo una serie de criterios definidos conjuntamente.
Se trata de un nuevo modelo de colaboración entre el asegurador tradicional y las nuevas compañías. Amparadas en el crecimiento del número de pólizas contratadas y, por tanto, de primas brutas emitidas, junto con el fácil acceso a financiación, las startups más exitosas del sector se convierten en aseguradoras por sí mismas y algunas salen a bolsa en América y otras geografías.
El crecimiento de estas compañías viene amparado por un escenario macroeconómico de más de una década de liquidez casi ilimitada. Desde el Venture Capital se prima el crecimiento del número de pólizas contratadas frente a la rentabilidad. En los últimos años, empiezan a surgir dudas respecto a la rentabilidad y el funcionamiento de los unit economics.
La atracción del cliente supone un coste muy alto para estas compañías en un sector en el que los canales de distribución están controlados por las aseguradoras y sus colaboraciones con la banca. La corrección de los mercados bursátiles a principios de este año por el contexto macroeconómico afecta especialmente a las compañías InsurTech, con algunas caídas por encima del 80% de su valor.
Son numerosos los retos a los que se enfrenta el sector asegurador en las próximas décadas. Retos específicos del sector, macroeconómicos y riesgos del consumidor.
Entre los primeros, la alta competencia, retos de capital y regulatorios, canales de distribución desactualizados, retención de talento. Desde el punto de vista macro, shocks externos como el Covid-19, el cambio climático, bajas expectativas de crecimiento económico, tipos de interés. Desde el lado del consumidor, los cambios demográficos y el mencionado incremento de expectativas del consumidor.
Las nuevas tecnologías y startups pueden dar solución a muchos de estos retos. La relación con el suscriptor de la póliza y los beneficios para el mismo, la calidad del underwriting a través de análisis de datos, la prevención de riesgos a través de tecnologías IoT, la distribución de las pólizas a través del empleador mediante modelos B2B2C, la customización del producto, la fijación de precios son algunos de ellos.
La colaboración entre startups y aseguradoras y grandes compañías es el camino hacia adelante en un sector en el que la digitalización y aplicaciones de ‘nuevas tecnologías son aún tareas pendientes.